De cómo viajar sola en furgoneta me cambió la vida

Quizá uno cuando piensa en la vanlife, piensa en super paisajes y aventuras o en noches estrelladas con una hoguera y una guitarra. Y si, eso pasa a veces ¡y es maravilloso! 

 Sin embargo, hoy vengo a traeros un poco de lo más esencial, ese viaje paralelo que vivo al viaje físico, que es el viaje interior. Un viaje que me ha permitido mirar mucho más hacia dentro que hacia afuera y me ha cambiado la vida. Me ha hecho quererme más y mejor, amar mi soledad y saberme capaz de lo que me proponga sin límites de ningún tipo. 

El reto de viajar sola en furgoneta

Yo viajo sola desde que tengo 16 años, cuando me fui a estudiar a Irlanda con una beca, en los 18 me fui a vivir a Londres y más adelante viajé sola a Costa Rica y a Indonesia. Podría parecer que habiendo viajado sola a tantos lugares y desde tan joven, no me resultaría un gran reto viajar sola en furgoneta, sin embargo, al empezar, fue el mayor reto de todos.

 1. Explorar tus límites

De repente se pone a llover, los caballos de tu furgo no dan para subir esa cuesta y las ruedas se resbalan por el agua. Te bloqueas, te paras dónde y cómo puedes y te preguntas… ¿Le pido a alguien que me la saque de aquí?¿Me espero a mañana a que deje de llover? ¿Y la grúa?

Cuando de repente, te eres sincera a ti misma, y te das cuenta de que la furgo no sube porque a ti te da pánico que se vaya para atrás, no porque realmente no pueda subir.

Efectivamente, decides echarle un par de ovarios, vuelves a intentarlo y aunque no es fácil, sales de ese lugar y prosigues tu viaje. Y ahí te das cuenta de que los límites te los estabas poniendo tú, por adversas que fueran las condiciones.

2. Vivir con menos

¿Pero cómo voy a vivir en un espacio tan pequeño? Muy fácil! Resulta que no necesitabas tanto. Resulta que cuando estás mudándote de un piso a la furgoneta, haces cajas y cajas de cosas que ni has tocado desde la última mudanza.

Resulta que poco a poco te vas dando cuenta que lo que necesitas para vivir y para ser feliz, cabe en una furgo y todavía sobra para llenarla de recuerdos bonitos en el camino. 

3. Renunciar a la zona de confort

Aunque viajar siempre es salir de la zona de confort, hacerlo en furgoneta lo multiplica por cien. “Muy bien, y ahora ¿dónde duermo? ¡Vaya! Tengo que volver a rellenar el agua porque casi no me queda para fregar los platos.” Y así infinitamente. Cuando viajas en furgoneta tienes que acostumbrarte a cosas como estas que cuando viajas como mochilera y te alojas en un hotel, por mucho que vayas sola, tienes un campo base donde normalmente sueles tener cubiertas tus necesidades básicas de agua y luz, por ejemplo.
4. Sorprenderte con todo aquello que puedes llegar a hacer
“Yo no tengo ni idea de esas cosas, si no se ni cambiar una bombilla” Resuena en tu cabeza, pero estás sola y resulta que empiezan a suceder cosas como que un día te quedas sin agua y se supone que todavía te quedaba mucha agua en el tanque.

“¡Vaya, pierde agua por algún lado” investigas y encuentras un tubo roto. ¿Y ahora qué? O te hace falta más espacio y ves un huequito donde podrías hacer un pequeño armario. ¿Y si me lo hago yo misma? ¿Esto lo puedo enchufar o es demasiado potente para mi instalación?”

Todas estas cosas y mil más te pasan al principio cuando no tienes ni idea, después, poco a poco vas convirtiéndote en carpintería, electricista y hasta fontanera. Resulta que no era tan complicado, ¡Qué sorpresa!

5. Autoconfianza
Te mudas a la furgo ¿Cómo voy a secarme el pelo ahora? ¿Y dónde meto mis 3838048 modelitos? Pasan unos días y empiezas a amar tu pelo alborotado. Dejas de ponerte esos tejanos que tanto te aprietan porque son un rollo para conducir. Te quitas los pendientes y dejas de maquillarte, porque a la naturaleza le da igual si tienes ojeras. De repente te das cuenta de que empiezas a sentirte más guapa al natural en el escalón de tu furgo que cuando te pasabas una hora en el baño de tu casa. Vivir viajando en camper me ha dado autoconfianza y me ha liberado de la falsa idea de que tengo que ir de X manera para estar bien físicamente a los ojos de la sociedad.
6. Superar miedos
Llegas a un sitio super bonito, eres la única allí, estás disfrutando las vistas como una enana, pero vaya… se hace de noche y sigue sin llegar nadie más al lugar. Te encantaría dormir allí y despertarte con esas vistas pero… soy mujer y estoy sola en el medio de la nada. ¿Debería irme? ¿Qué será ese ruido? Decides quedarte porque estás harta de dejar de hacer cosas solo por ser mujer, te despiertas con una vista de infarto, te das cuenta de que el ruido eran las ramas de un árbol tocando el techo de la furgo y te sientes orgullosa de seguir luchando con tus miedos.

Conclusión

Así es, la vida nómada como mujer sola está llena de retos ¿Os gustan los retos? A mi me encantan y disfruté un montón de esta evolución como persona que me comportó esa aventura. 

Os podría contar también lo genial que es despertarse en lugares distintos cada día y lo genial que es acampar con amigos que haces en la ruta o lo maravilloso que es darte un baño al amanecer y sentir que la playa es tu jardín de casa. ¿Pero sabéis que? Que como de eso ya se encarga instagram, por aquí os quería traer un poco de aquello que no se ve, pero es esencial. 

Gracias por estar ahí,

Brenda ??

31 maneras de ganar dinero viajando

¿Quieres vivir viajando pero no sabes por dónde empezar?

Descarga la guía para descubrir cómo hacerlo

  • Métodos probados
  • Ejemplos de personas que ya lo han conseguido
  • Tú eres el siguiente

Regístrate para descargar tu Ebook GRATUITO